Según Cesare Brandi, autor del libro “Teoría de la Restauración” y profesor de la Universidad de Roma, nos dice: “La Restauración constituye el momento metodológico del reconocimiento de la obra de Arte, en su consistencia física y en su polaridad estética e histórica, con vista a su transmisión al futuro”.
Bajo mi punto de vista, y es por eso que he citado a este autor, dicho principio constituye el principio básico de todo trabajo de Restauración.
Tenemos por consiguiente que toda obra de Arte, como producto de la actividad humana, pone énfasis en dos momentos: El momento estético, y es el que le corresponde al artista, por cuya obra es una obra de arte; y momento histórico, que como producto humano fue hecho en un cierto tiempo y lugar, y en un cierto tiempo y lugar se encuentra.
Ahora bien, tenemos que reconocer que todo monumento tiene esa polaridad estética e histórica por un lado, y por otro lado, que no debemos de olvidar porque es muy importante y donde entra a tallar todo nuestro trabajo de restauración, me refiero a su consistencia física.
Es pues la consistencia física la que representa el lugar mismo, llamémoslo así, de la manifestación de la imagen y asegura su transmisión al futuro, garantizándonos la receptividad de la conciencia humana.
El artista manifiesta a través del material… ¡su arte!
Entonces tenemos que las consistencia física es la que nos transmite la imagen de la obra y es nuestra conciencia la que le da la calidad estética.
Es por ello que cuando hablamos de Restauración, hablamos siempre de restablecer, recuperar el daño, pero de la consistencia física de la obra, de donde podemos dar un primer principio:
Bajo mi punto de vista, y es por eso que he citado a este autor, dicho principio constituye el principio básico de todo trabajo de Restauración.
Tenemos por consiguiente que toda obra de Arte, como producto de la actividad humana, pone énfasis en dos momentos: El momento estético, y es el que le corresponde al artista, por cuya obra es una obra de arte; y momento histórico, que como producto humano fue hecho en un cierto tiempo y lugar, y en un cierto tiempo y lugar se encuentra.
Ahora bien, tenemos que reconocer que todo monumento tiene esa polaridad estética e histórica por un lado, y por otro lado, que no debemos de olvidar porque es muy importante y donde entra a tallar todo nuestro trabajo de restauración, me refiero a su consistencia física.
Es pues la consistencia física la que representa el lugar mismo, llamémoslo así, de la manifestación de la imagen y asegura su transmisión al futuro, garantizándonos la receptividad de la conciencia humana.
El artista manifiesta a través del material… ¡su arte!
Entonces tenemos que las consistencia física es la que nos transmite la imagen de la obra y es nuestra conciencia la que le da la calidad estética.
Es por ello que cuando hablamos de Restauración, hablamos siempre de restablecer, recuperar el daño, pero de la consistencia física de la obra, de donde podemos dar un primer principio:
“Se restaura sólo la materia de la obra de arte”
Porque el momento histórico y el estético, del cual ya hemos hablado, pertenece el primero a una época de la historia, y el segundo a la intervención de un hombre o de varios hombres en una obra determinada.
Y por ello que esta polaridad estética e histórica tenemos que tenerla siempre presente en nuestro trabajos de restauración, ya que restauramos es sólo la materia, por lo tanto no nos creamos restauradores del arte, ni de la historia.
Si es necesario sacrificar una parte de la consistencia material, en nuestra labor de restauración, el sacrificio deberá ser exigido salvaguardando el concepto estético, y será éste el primer concepto, porque la singularidad de la obra de arte, con respecto de otros productos humanos, no depende de su consistencia material, ni tampoco de su duplicidad histórica con respecto a la artística, donde una vez perdida ésta, nos resta su pérdida total por su inrremplazabilidad.
La obra de arte hecha por un hombre es insustituible, como concepción. Cualquier sustitución ya vendría a ser otra obra.
Comprendido este primer principio, podemos entonces enunciar un segundo, y es el que se refiere a la unidad potencial:
“La restauración debe mirar al restablecimiento de la unidad potencial de la obra de arte”
Pero… ¿qué es la unidad potencial?
Es la unidad que encierra el binomio histórico-artístico, porque es posible cometer un falso artístico o un falso histórico y cancelar cada huella del pasado de la obra de arte en el tiempo.
Es por ello que la restauración tiene que velar, necesariamente, para que exista y siga existiendo este binomio… y no cancelarlo. Porque al introducir cualquier agregado que induzca a error es ocultar y engañar a los que nos preceden.
Y el tercer principio de la restauración se proyecta al futuro, el cual nos dice que:
“Toda intervención no imposibilita, más aún, facilitará intervenciones futuras”
Este principio nos da a entender que todo trabajo de restauración no es completo, siempre se encontrará alguien detrás de nosotros, que debido a nuestra honestidad en el trabajo realizado al no introducir a error con agregados innecesarios y ajenos al monumento, hemos posibilitado que otros que nos preceden puedan trabajar en él, y con la misma honradez con la que la hemos hecho nosotros. Principio muy importante porque muestra la calidad profesional del Restaurador.
Ahora bien, con estas descripciones y estos principios, y sabiendo que sólo se restaura la materia, y que la Arquitectura, dentro de la moderna terminología, es considerada como un lenguaje, tenemos por lo tanto que: “El monumento algunas veces muestra y otras esconde aspectos muy significativos que tenemos que estudiar para dar una interpretación veraz y profunda de su análisis”.
La Semántica (significado) y Sintaxis (construcción) del lenguaje arquitectónico, nos abre nuevas posibilidades de carácter metodológico.
Comprender esta estructura lingüística, pero referida siempre a la arquitectura, nos lleva a reconocer y a clasificar los diversos elementos que constituyen las manifestaciones del pasado.
Estos elementos, tanto formales como constructivos, deben ser examinados en forma objetiva, analítica, metodológica y crítica.
Es en estos puntos, cuatro por cierto, donde basamos todo nuestro examen, en el análisis de un monumento.
Ahora bien, todo estudio de un monumento tiene, como necesidad primaria, el realizar el levantamiento del monumento y otras eventuales representaciones, sin descuidar la documentación tanto literaria, como gráfica; así como también, en muchos casos la oral.
El estudio debe ser realizado en forma meticulosa y seria.
Se deberán analizar los variados problemas conexos a la esencia y a la vida del monumento; se deberá, por lo tanto, realizar en forma completa, un análisis en el todo y en cada una de sus partes.
También es muy importante, prestarle toda la atención posible a las infinitas variaciones que se nos vayan presentando durante el trabajo.
Tenemos, por consiguiente, que todo trabajo de restauración no termina con el proyecto, sino que continua en todo momento durante la fase de ejecución; tanto es así que si durante este período, al de ejecución me refiero, se encuentran signos o vestigios diferentes a los del estudio realizado, se tiene que estudiar y replantear el proyecto de restauración y encauzarlo hacia la dirección del nuevo hallazgo, siempre y cuando este represente un elemento de juicio que modifique al planteamiento dado por el restaurador…, también se da el caso de que este hallazgo es tan importante que paraliza todo el trabajo de restauración, para poder hacer el análisis y el estudio de lo encontrado… Esto nos trae de manifiesto que es la veracidad el punto de partida de todo trabajo de restauración.
Por todo ello es sumamente importante el examen que hay que realizar a un monumento, cuando lo analizamos lo tendremos que hacer en todas las posibles direcciones que presenten las variantes, para lo cual es muy importante, ejecutar primero, un esquema de trabajo.
Este esquema tendrá, en sustancia, un valor práctico pro memoria. Siendo así que durante las variadas fases del estudio se podrá comprobar, ordenar y dinamizar el trabajo de Restauración.
Nosotros entonces tendremos que realizar un examen analítico; para este examen analítico se propone una trilogía que deberá ser seguida lo mas atentamente posible.
Esta trilogía la vamos a analizar en base a tres puntos de vista (gráfico 1):
Histórico, Artístico y Estático-Constructivo.
Primero: Desde el punto de vista histórico, por cuanto tienen que ver las características políticas, sociales y económicas del periodo y de la localidad donde se encuentra el monumento…, así como también precisar cronológicamente la realización de la obra, ya sea en un período determinado o en sucesivas etapas.
Segundo: Desde el punto de vista artístico, poniendo en evidencia los principios estéticos: la proporción y la composición…, así como el
alcance y la cualidad de la obra de arte.
Tercero: Desde el punto de vista Estático-Constructivo, ilustrando la solución adoptada (forma) y el empleo (disposición) de los materiales; el método técnico-constructivo y la composición de la mezcla.
Partiendo de estos tres puntos de vista realizamos una subdivisión que estará relacionada a la Consistencia Monumental.
El monumento no sólo debe ser estudiado en sí mismo, sino que, para una mejor organización del estudio, está inherente un examen según tras aspectos principales que lo podemos definir de la siguiente manera (gráfico 2):
El Complejo Monumental; Sus Particularidades; y el Ambiente.
A.- El Complejo Monumental: Estudiado bajo una visión unitaria, en la que se pueda captar las diferentes fases y/o sucesivas intervenciones de construcción.
B.- Sus Particularidades: Internas o externas, referidas a la decoración, al equipamiento y otras.
C.- El Ambiente: Todo lo que rodea al monumento, ya que este exterior es parte de él.
Todo ello lo referimos a un examen de su actual consistencia, pero nosotros tenemos que considerar en el estudio de Restauración al edificio encuadrado en la cultura de su tiempo, satisfaciendo tal exigencia, la búsqueda debe agotar toda posible comparación que se presente, colocando al edificio en el cuadro de la vida artística de su época.
Es decir confrontando al monumento consigo mismo y con similares a él (gráfico 3).
Será, por lo tanto, necesario utilizar como material de estudio todo aquello que esté relacionado con el monumento, tales como gráficos, descripciones, planos, etc…, y lógicamente el monumento mismo.
Ahora bien, cuando tenemos que estudiar monumentos muy remotos y ruinas arqueológicas será necesario proceder a realizar trabajos previos de excavación, que nos lleven a encontrar el nivel o los niveles originales de construcción.
Es así que, es importante anotar en estos casos, el trabajo debe ser conducido bajo un estricto orden estratigráfico con el concurso de expertos en el estudio y datación de los materiales de construcción.
Es decir, en resumen, es el estudio de los elementos perdidos y, en muchos casos, no realizados.
Ahora bien, en sustancia, el monumento será estudiado en todas sus características, y cada una de ellas con sus respectivos instrumentos de indagación, y la medición de cada dato y noticia será bajo el triple punto de vista:
Histórico; Artístico ; y Estático-Constructivo.
Un programa global del estudio de restauración lo podemos graficar de acuerdo al gráfico 4.
Este esquema nos va a dar un cuadro de los puntos a tratar, pero lo importante es un cuadro (gráfico 5 y 6) que nos dé unas series de cruces de variables, donde nosotros vamos a tener un amplio panorama en el estudio del monumento a tratar.